jueves, 24 de febrero de 2011

Presentación de la Doctora Patricia Medina Melgarejo

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO


Facultad de Filosofía y Letras/ División de Educación Continua
Diplomado: El derecho a la memoria: la Educación Patrimonial
Coord. Valentina Cantón
Módulo 3. El patrimonio como objeto trans-disciplinario
Seminario de Pedagogía UNAM/ Universidad Pedagógica Nacional
11-01-2011


Identidad y memoria: Derecho al presente para construirse en espacios pasados y futuros
Miradas sobre la Memoria-Horizontes Analíticos

Patricia Medina Melgarejo[1]Edgar Cortés Mendieta[2]



Recordar es volver a lo que ya no es pero existe... como imagen de lo vivido experimentado y como búsqueda de nuevos horizontes. Edgar Cortés, 2010

La memoria es una forma de relación con el tiempo, es: la conciencia humana de éste. En el ejercicio de recordar se retorna “a lo que ya no es pero existe...”  se hace memoria al narrar en el sentido de relato con distintos registros de la narración (oral, gráfica, corporal, musical y dancística). En tanto la memoria implica nuestra relación con el pasado, se produce en los vínculos con otros y con nosotros mismos/as en la recreación del tiempo; la memoria está hecha de recuerdos-acontecimientos-recuentos temporalizados. Contamos en el sentido de presencia, de ocupar el espacio haciéndolo lugar-apropiado, territorio: contar “como imagen de lo vivido experimentado y como búsqueda de nuevos horizontes".
Se cuenta, en el sentido de persistencia y visibilización, pues los movimientos sociales como “comunidades en movimiento” (Zibechi, 2006), detonan y continúa su acción a partir del ejercicio de la memoria, muchas veces visibilizan su intervención política para ser “contados” al ser reconocidos como población registrada. Aunque, transitan del reconocimiento a la demanda, de ésta a la exigencia –muchas veces de reparación-, al ejercicio de sus derechos fundamentales, entre ellos el derecho a la memoria como pueblos que se resisten, a pesar de todo, a ser población (Foucault, 2006).
Hacer memoria es una necesidad humana y social, es una acción que transita “entre el decir y el hacer” (Dosse, 2009), el contar como forma de vida y de estar, pues se configura desde el presente en la elaboración de horizontes posibles, por tanto, al anidarse en las opciones de futuro: es una relación cultural y política con el pasado.

1. Memoria: relato y permanencia

Si, como señala Cortés: “recordar es volver a lo que ya no es pero existe...”, se configura la relación entre memoria y narración, en donde  las personas, los espacios y sus relaciones a través de propia narración cobran sentido, se describe, más que los “verdaderamente ocurrido”, la experiencia desde la cual se ha producido una impronta.
Referimos a una breve historia narrada por otro escritor, Juan José Millas (2001), quien al relatar brevemente un fragmento de una historia, señala la argumentación del retorno a lo existente a través del recuerdo, pero cuya existencia por efecto de la temporización ya no es…, de estancia, pero persiste y se recrea en el acto presente de la memoria, haciéndose…
La Memoria de Françoise
Declaraba hace poco la escritora Françoise Sagan a propósito de su memoria: "No me acuerdo de nada. Me faltan cinco años por aquí, tres por allá...". Sorprendía que hablara de sus recuerdos de este modo casual, como quien constata, al abrir el armario, que le faltan dos camisas (…) y unas zapatillas (…). Me pregunto si buscará esos años desaparecidos con el empeño que ponemos a veces en encontrar unos calcetines (…) una bufanda de temporada anterior que estábamos seguros de haber colocado en un sitio donde no aparecen. La bufanda de la Sagan continuará seguramente en el mismo lugar, pero ha desaparecido, sin embargo, de su memoria.
Juan José Millas, Cuerpo y prótesis, 2001.
Así, nuestro personaje Françoise, en su supuesta pérdida de años “contables” de su memoria, lo que Millás equipara a través de la parodia con los objetos del armario –calcetines y bufanda-, pone en cuestión la relación que Françoise establece con el tiempo, en donde sus recuerdos constituyen trazos de esbozos de sí frente a otros. Millás (2001) sitúa una contradicción fundamental, ya enunciada de Cortés (2010): “…que hay cosas que no desaparecen de la realidad, aunque se esfuman de la memoria, y sucesos que continuando intactos en la memoria hace tiempo que desaparecieron de la realidad”.
De ahí que “La bufanda de Sagan continuará seguramente en el mismo lugar, pero ha desaparecido, sin embargo, de su memoria”, o bien, la bella bufanda ya no existe, pero su continuidad en el recuerdo de Françoise se debe al ejercicio de la memoria. Es decir: “Recordar es volver a lo que ya no es pero existe...” (Cortés, 2010).
Surgen así, las temáticas que intentaremos compartir a través del texto y de los inter-textos que nos acompañan, pues ¿cuál es esta forma peculiar de relación y de conciencia con y del tiempo? ¿Cómo la narrativa, hecha de recuerdos y relatos genera tramas como formas de tiempo y su tránsito-en la experiencia objetivada?
¿Cuáles son las relaciones entre Memoria e Identidad y sus objetos y contornos que requiere y construye para ello, como dispositivo social de espacios-lugares, territorios y artefactos?
¿Por qué Identidad y memoria se vinculan al ejercicio de los derechos colectivos fundamentales, ante la necesidad de expandir el presente para ganar en opciones de pasado y horizonte posibles?
Es posible que pensemos que la memoria es “al que refiere a un pasado”, o es “un depósito cerrado”, “un USB con una capacidad almacenar información que estará ahí, inamovible”, una especie de armario como el de Françoise donde podemos “extraer” simplemente fechas y objetos, podemos renunciar al derecho en el presente de ampliar el recuerdo para ampliar nuestras formas de existencia y convivencia…
La invitación consiste en intentar, en atrevernos a mirar, en reflexionar –sólo un poco, acercándonos apenas- a la alquimia en la que se producen las narrativas que nos relatan historias de nosotros/as. A propósito: ¿qué podemos saber de Françoise, en cuestión de “años perdidos”?, o ¿cuál es su experiencia en el tránsito por los juegos del lenguaje que configuran sus horizontes de expectativas y sus espacios de experiencia? (Koselleck, 1993)
Si, recordar es una condición de existencia y de experiencia colectiva del acontecimiento y del acontecer, en tanto que la concepción de la memoria como acción social hace posible que el recuerdo cobre su sentido etimológico de “recordari, derivado de cor-cordis, de retorno al corazón. Se constituye la relación entre el hecho y la emoción, la sensación: el “latir del corazón”, y “tener memoria de algo”, implica transitar de la situación al acontecimiento, y volver a pasar por el corazón. Entonces, poco sabemos de los afectos y afecciones de Françoise, de los discursos que anduvieron en ella y los/as otros/as que la acompañaron…, pues no encontramos rastros, ni es sabor inquietante de la búsqueda del recuerdo como necesidad: “…como imagen de lo vivido experimentado y como búsqueda de nuevos horizontes” (Cortés, 2010).

2Contornos de la MemoriaTrama y Narrativa. Tiempo y su tránsito-en la experiencia

San Agustín afirmaba acerca del tiempo: "Si me preguntas qué es, no lo sé, pero si no me lo preguntas lo sé". Juan José Millas, Cuerpo y prótesis, Ladrones del yo, 2001. Paul Ricouer, Tiempo y narración I, 2000: 45.
Si la tesis en torno a la memoria como relación y conciencia temporal, refiera a la experiencia y apropiación personal, entonces la afirmación de San Agustín, multi-citada por distintos autores sobre: ¿qué es el tiempo? parece una acepción acertada, para intentar acercarnos a los juegos de las formas de hacer memoria.
Pues si la sustancia de la memoria es el tiempo, pero tenemos una imposibilidad de decir lo que es (tiempo y memoria), la metáfora, el relato y sus articulaciones en tramas y tejidos, es la experiencia objetivada, que se manifiesta en las formas de narrar y en los efectos, por tanto, una manera de acercarnos al tiempo y establecer un hilo de conciencia con él, es a partir de la narratividad, para acercarnos a la vivencia y mirarla como experiencia.
La construcción de la trama de nuestro relato, más allá de su existencia material como hecho a comprobar, es lo que Ricoeur (1999) llamará “la actividad mimética”, como espacio de elaboración inédita que ejerce la memoria, pues, más allá de la fragmentación del recuerdo la actividad –como tiempo humano- se establece en el tejido-trama de la historia narrada, con sentidos de antes, ahora y mañana de la experiencia.  
Los relatos son el vehículo de la experiencia de nosotros junto con otras/os, así, los recuerdos son comunes, son compartidos: “uno nunca recuerda solo, ni se recuerda sin otros” (Ricoeur, 2003). Los relatos se constituyen de recuerdos, descripciones, anécdotas, afectos, señalamientos de improntas que transcurrieron entre ese momento vivido y la comprensión reflexiva que implica la experiencia, es decir, en los relatos se generan posibilidades y relaciones con el tiempo y sus modos y acomodos en su observación, en tanto afecto y afección, ya que al temporalizar el relato se experimenta, no sólo lo que ocurrió, sino, fundamentalmente: lo que nos aconteció, lo que nos sucedió... y qué hemos hecho con elloEl relato: “…hace llegar a la comprensión los aspectos de la experiencia temporal (…) ...introduce la experiencia de la totalización como resultado de la mediación narrativa que recoge el pasado, diseña el presente como iniciativa y establece un horizonte de espera…”. (Ricoeur, 2000: 27 y 28)
A través de la narración se condensan, en el presente, los acontecimientos-experiencias constituyéndose en acción social, en donde la memoria cobra sentido como resultado inédito de las posibilidades que brinda la articulación de una colectividad que recrea, desde sus condiciones materiales de existencia, la experiencia histórica y social de sus formas de hacer memoria, que se configuran y materializan en los espacios contemporáneos de su actuar.
Entre la acción de narrar –contar algo-  y la representación espacio-temporal de nuestro acontecer sociocultural se establecen vínculos, nexos, que al no ser casuales sus interconexiones no corresponden solamente a incidentes sin contornos, actores, momentos y sentidos, dicha articulación compleja la constituye en figuras narrativas como de acto, de corporeidad, de estar y de transmitir, ejerciendo así la capacidad de re-figuración en orden a dar una significación, que corresponde a una necesidad presente de ser en el mundo de acuerdo con unas expectativas.
La memoria es relato y como relato, reinvención temporal y discurso constituido en el presente, pero básicamente proyectado hacia un horizonte. Así: “...el tiempo se hace tiempo humano en la medida en que se articula en un modo narrativo, y la narración alcanza su plena significación cuando se convierte en una condición de la existencia temporal.”(Ricoeur, 2000: 113). En síntesis, la memoria es capacidad de rememoración, de búsqueda activa de los hechos pasados, pero también como imaginación en la medida en que se recuerda vinculando el contexto de los hechos pasados a partir de la huella dejada por las vivencias.
El hilo temporal de los relatos se establece a través de la acción narrativa, en donde se configura la capacidad de comprensión de los acontecimientos, pues es a través de la trama narrativa del relato que se expresa la experiencia temporal, adquiriendo significación producto de la experiencia cultural. Así, los relatos, las acciones recordadas como acontecimientos e improntas, solamente pueden ser inteligibles a la luz de la operación mediadora configurante que tiene lugar en la trama, como figura de la narratividad, articulando la experiencia temporal. “La trama confiere unidad e inteligibilidad por medio de la ‘síntesis de lo heterogéneo’. Nada puede ser considerado como acontecimiento sino es susceptible de ‘ser integrado en una trama’, esto es, de ser integrado en una historia” (Ricoeur, 2000:26).
Siguiendo la propuesta de este autor, existe una mediación entre tiempo y narración. Esta mediación se genera en la mimesis producto de la praxis humana; ya que consiste en conducir del antes al después del texto, transfigurar el antes en después por su poder de configuración….Esta contemplación de la dinámica de la construcción de la trama sería la clave del problema de la relación entre: tiempo y narración. El vínculo fenomenológico entre la acción humana y el tiempo se expresa en la actuación de un sujeto como estar ahí constitutiva de experiencia. Ser significa estar receptivo a la condición humana. La vida no es simplemente un fenómeno biológico, sino un fenómeno mediado simbólicamente. Es construcción de  sí con otros. La construcción narrativa es constitución temporal (Wood, 2000).

3. Memoria e Identidad objetivadas: acción social constructora de espacios-lugares, territorios y artefactos en donde

He encontrado los desvanes donde el polvo ocultaba la luz. He buceado en las bruscas aguas que disolvieron su cuerpo para la memoria. He descubierto los senderos para la huida. He abierto las puertas de su corazón herido por las lanzas. He visto el dibujo de su alma, alado pájaro que busca alturas. (…) He sentido el exilio. He encontrado en los muros rastros del coraje de los primeros combates. He abierto los cofres donde aún se acumulan los sueños de las tardes Soleadas, de Enero corriendo tras una pelota, de Agosto saltando tras una cometa Multicolor. He sacado de la tierra, envueltas en un trapo verde las monedas ganadas En el mercado. He expuesto al aire la rosa blanca que en su camisa relucía por los salones donde aprendió las primeras letras y recibió los primeros golpes... Edgar Cortés, ANABASIS, 2011
Las figuras narrativas nos acercan a los afectos y los efectos del estar, se transita junto con los otros los senderos, se atraviesan fronteras y puertas, se desentierran monedas, se miran rostros en espejos, se camina entre piedras, trenes y montañas, salones y, “junto con el otro” desde nuestra experiencia, se reciben los primeros golpes… Es posible mirar a ese otro “abriendo los cofres donde aún se acumulan los sueños de las tardes Soleadas, de Enero corriendo tras una pelota, de Agosto saltando tras una cometa Multicolor”. ). ¿De qué hay recuerdo en este relato? ¿De quién es la memoria? Existe una “intención de memoria” en esta trama narrativa, en consecuencia: ¿Qué forma de vida se encuentra implicada en dicho juego de lenguaje? Existe así una “fenomenología del recuerdo” pues ¿de qué maneras se establecen estas formas de relación con el pasado? ¿Por qué se figuran y configuran espacios, se establecen momentos objetuales, en donde la memoria actúa, recrea, toma, establece como terreno para germinar los objetos y los hace espacios-lugares y “artefactos”?
De tal manera, la comunidad-mundo de “tardes soleadas en Enero”, corresponden a formas de existir en determinadas latitudes, así, la memoria re-significa el momento y lo re-envía en un presente de transmisibilidad al contar con/junto con otros/as. Pero la memoria proceso, la memoria relación, la memoria como PASEIDAD (Ricoeur, 1999); es un proceso, no es algo tangible, directo, Manuel Cruz (2007)  señala: “La memoria es una mirada humana sobre el mundo”; así en nuestro epígrafe encontramos y agradecemos el poder compartir las formas de mirar el mundo a través de cometas, exilios y muros…
¿Cuál es nuestra experiencia del tiempo? ¿Cómo se implica tiempo y narración?, ya que: no hay experiencia del tiempo sin narración y lo que toda narración narra es una experiencia temporal. “Tiempo vivido y narración son dos dimensiones que constituyen a la acción social definida como: experiencia” (Vergara, 2006: 1).
“La memoria es una mirada humana sobre el mundo”, nos conduce al problema de su forma de inscripción y producción, pues se expresa, se condensa en los recuerdos y en las tramas narrativas; pero “no puede ser ella misma objeto”, sino objetivación.
Y del mismo modo que el ojo no se ve a sí mismo, tampoco la memoria tampoco se puede tomar ella misma como objeto. La memoria es aplicada: se refiere al propio sujeto, en primer lugar, y a los seres del mundo relacionados con él, en segundo. Sólo pone una condición a sus objetos, y es que pertenezcan al pasado. (Cruz, 2007:20)
La memoria se objetiva en figuras, objetos y sentidos transformando los lugares en espacios sociales materializados que se articulan al ejercicio del hacer, transitando por la creación de un continente (en dos sentidos: el de contener-sujetar-introducir y el de contención-límite) que construye objetos, “artefactos” que imprimen sentidos de existencia y significado, como lo señala Radley (1992: 66):
Los artefactos y el entorno manufacturado también existen como expresión tangible de la base a partir de la que se recuerda, como aspecto material del entorno que justifica los recuerdos así construidos (...) esto significa que se debe ir más allá de la idea de una sola facultad cognitiva que la gente tiene en común: a la proposición de que sus formas de recordar pueden ser diferentes dependiendo de las relaciones con su comunidad, incluyendo el mundo de los objetos que ésta produce y preserva.
La memoria es material y espacial, a diferencia de la historia que es temporal y relacional: La memoria se vincula con lo concreto. Es espacio, gesto, imágenes,  objetos; la historia es continuidad temporal, acuerdo, relaciones entre cosas.
Las formas inéditas de los relatos y su base material como artefactos de la memoria pueden estar presentes en los sentidos que cobran distintas expresiones sociales, lo que posibilita la configuración de prácticas sociales que recrean el actuar en el presente de una memoria compartida y en una materialidad de los espacios.
La concepción de espacio “como límite entre naturaleza y sociedad” o bien como lugar donde se recrea socialmente un acontecimiento, es decir, el espacio opera “como unidad de significación” (Pérez Taylor, 2002), en donde la interrelación compleja de estas unidades de sentido que actúan como subsistemas insertos en una realidad sincrónica, están articulados en el movimiento histórico social. Esta afirmación señala distintos niveles de aproximación, pues la constitución de un espacio es producto tanto de la interpretación cultural y social, como de los niveles de representación que configure para una colectividad.
La materialidad y la construcción física y tangible de lugares se constituyen en espacios sociales al configurarse como parte de las redes de significación que otorgan sentido a una serie de prácticas producto del saber transmitido generacionalmente, cuya entidad distintiva se configura en los límites e intenciones, en las fronteras de los elementos que se significan a partir de esta materialidad.
La expansión o repliegue de fronteras y formas, como el cambio de sus redes y centros que permiten constituir “el adentro”; pero, al mismo tiempo, un “afuera” en el espejo de las identidades como creaciones y condensaciones sociales, colectivas e históricas. El lugar constituido en espacio es producido en función del acontecimiento que recrea el sentido de la acción, en consecuencia se establece desde las relaciones y de los elementos que se encuentran en juego a partir del ejercicio de poder.

4- Identidad y memoria: Derecho a expandir el presente para construir el pasado-futuro

De la identidad cabría decir lo mismo que San Agustín afirmaba acerca del tiempo: "Si me preguntas qué es, no lo sé, pero si no me lo preguntas lo sé". Ignoramos, pues, quiénes somos a ciencia cierta, pero en el fondo de nuestros corazones todos tenemos la impresión de ser alguien. Juan José Millas, Cuerpo y prótesis, Ladrones del yo, 2001.
El tiempo actual, lo moderno, ha creado una brecha con el pasado, surgiendo la necesidad de reconstituir la memoria, asunto que depende de las huellas del pasado y de las necesidades de ampliar los horizontes. El tránsito de la memoria a la historia conduce a los grupos sociales y a los pueblos –en su carácter étnico político- a una búsqueda para redefinir sus márgenes de identidad a través de la revitalización de su propia memoria historiada, “vuelta a contar” desde el presente en sentido de futuro. Este proceso, por la distancia y la fragmentación operada en la memoria, convierte a la recuperación del pasado en un acto de representación en la acción política.
El hacer memoria establece vínculos con “los otros/as”, renovados, recreados pero en una posibilidad de comunitas, por tanto la transgresión identitaria actual busca una ruptura de vínculos, en donde el “yo radical del sujeto, como invención moderna” se exacerba a tal magnitud que se des-localizan los vínculos, es decir: todo sentido de pertenencia es efímero.
Si los juegos de la identidad se establecen a través de la elaboración que los propios sujetos hacemos de nosotros mismos, a partir de los materiales existentes, por lo que la identidad requiere de la memoria, como acción y relación en donde los sujetos establecemos expresiones de autoconciencia.
El juego de lo igual y de lo desigual –o de la diferencia y la repetición, que diría otro- se inicia en el propio sujeto, que de esta manera empieza a configurarse como tal. Porque si el reconocimiento es la operación por la que se instituye el sujeto, (…) la memoria (…) representa el ejercicio de (auto) reconocimiento originario, el movimiento que funda la posibilidad del sujeto y del mundo social por entero. Cruz, Manuel. (2007) 18-19
La pertenencia del yo a su mundo requiere de la acción de la memoria como necesidad de conciencia temporal de la experiencia humana. La identificación subjetiva a la que conduce la narración no es otra que una “identificación narrativa”. Ello quiere decir que la narración identifica al sujeto en un ámbito eminentemente práctico: el relato de sus actos. Sin narración no hay, pues, identificación posible no del individuo ni de las comunidades, a no ser que toda identificación subjetiva se pierda en la serie episódica de las acciones, haciendo imposible toda identidad subjetiva o se confine en una ilusión que no dará cuenta de la diversidad” (Ricoeur, 2000:25 y 28)
Cabría en este contexto <<recordar>> el relato de “La Memoria y <del Olvido> de Françoise”, en donde se le habían extraviado “cinco años por aquí, tres por allá...”; perder la memoria y el hilo temporal de nuestra existencia, implicaría que: “…nadie se acuerda de uno, ni tan siquiera uno mismo. Nadie para quien existir –ante quién existir-“. (Cruz, 2007:23)
La contrapartida sería la metáfora de la historia de Funes el Memorioso, que Borges nos brinda, aunque efecto de la memoria como acción se pierden en tanto se ocupa el presente sin condición de futuro, es la renuncia que hace Funes, en términos de sentido.
Si actuamos en los mundos a partir de lo que “nos contamos de nosotros mismos”, de lo que recordamos de nosotros implicando a otros/as a través de objetos y espacios-lugares, y, no solamente eso, sino lo que nos arriesgamos a recordar y nos atrevemos a contar/nos. Al construir memoria recuperamos una imagen de lo que queremos ser, de ahí que “las tardes soleadas de Enero” que evoca Edgar Cortés, permiten junto con las inflexiones de Millás, repensar el sentido que atraviesa y articula a la experiencia con distintos horizontes de expectativas. La búsqueda del presente parte del desciframiento de lo que ya no somos y  somos lo que proyectamos ser.
En tanto que el derecho a la memoria implica junto con otros/as la defensa y recuperación de un lugar desde donde se habla y “ese lugar…  -cargado de fuerza y sabiduría- es desde donde se construye el conocimiento no es sólo herencia, sino que también es elección y construcción”. Ese lugar constituye el derecho al…”paisaje y a la localización de la memoria como lugar de construcción de la identidad, pero también del conocimiento y de las agendas político sociales” (Achugar, 1999: 164).
El ejercicio como derecho de la memoria, significa en parte una apuesta y una necesidad de futuro, pues como lo señala, Boaventura De Sousa Santos (2005), en su capítulo: “Sociología de las Ausencias”, la necesaria búsqueda de presencia, al potenciar desde una “Sociología de las Emergencias” nuestro presente, en la defensa del espacio temporal requerido para hacer memoria.
En primer lugar, la comprensión del mundo excede en mucho a la comprensión occidental del mundo.
En segundo lugar, la comprensión del mundo y la forma como ella crea y legítima el poder social tiene que ver con concepciones de tiempo y temporalidad.
En tercer lugar, la característica más fundamental de la concepción occidental de la racionalidad es el hecho de, por un lado, contraer el presente y, por otro, expandir el futuro.

Propongo una racionalidad cosmopolita que (…) seguirá la trayectoria inversa: expandir el presente y contraer el futuro.  (Santos, Boaventura De Sousa 2005: 153)
Ante la razón indolente, la necesaria afección de la memoria como hecho y sentido, como necesidad y como derecho…
Siguiendo con Boaventura De Sousa Santos: “En otras palabras será posible evitar el gigantesco desperdicio de la experiencia que sufrimos hoy día. Para expandir el presente propongo una sociología de las ausencias, para contraer el futuro, una sociología de las emergencias….” (2005: 153). En consecuencia, una socio-antropología de la historia oral crítica de las memorias-experiencia, como territorio-cuerpo en las prácticas de conocimiento e Identidad a través de la materialidad de las narrativas…
La memoria se hace… haciendo memoria…

BIBLIOGRAFÍA

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[1] Dra. en Pedagogía –UNAM- y en Antropología –ENAH-. Investigadora y docente en la Universidad Pedagógica Nacional-México, y Posgrado-Pedagogía-UNAM. Correo electrónico patymedmx@yahoo.com.mx
[2] Dr. en Derecho, Coordinador responsable de la gestión del equipo IDPAC en la Asesoría a organizaciones comunales del Distrito Capital para la reconstrucción de Historias Barriales. Gestor Local de Participación Localidad de Barrios Unidos. Catedrático de la asignatura: Participación para el desarrollo territorial, ESAP, Bogotá D.C. Correo electrónico edgarcortesmendieta@yahoo.com
[3] Memorioso del Pueblo Cuicateco, Mtro. En Educación Básica, Profesor de la Escuela Norma Rural Vanguardia, Tamazulapan, Oaxaca. Estudiante del Doctorado en Educación por la UPN-México

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